jueves, 3 de julio de 2014

La asfixia

La asfixia
Dejo a continuación uno de los relatos que he escrito últimamente.

Acabamos de volver de hacer la compra del mes, mientras decido colocar todo en su sitio me voy fijando en las bolsas de plástico en las que hemos metido algunos de los productos de limpieza que hemos comprado. sin más te doy una orden.

"Prepárese"

Me miras no sin cierto estupor. No esperabas esta orden. Mejor. Me pides permiso para pasar por la ducha, levanto una ceja a manera de respuesta, y entonces desapareces de mi vista.

Cuándo vuelves me encuentras en el salón en silencio, te arrodillas delante de mi y comienza un ritual que no por repetido deja de excitarte mientras te coloco el collar y las muñequeras, sujeto a tu espalda las muñequeras entre sí con un mosquetón, luego simplemente te enseño una bolsa de plástico del supermercado al que hemos ido y un rollo de cinta americana, la cara se te desencaja mientras en la mía se dibuja una sonrisa. El miedo se palpa en ti.

Te cubro la cabeza con la bolsa y la sujeto dejándola bien cerrada al cuello con la cinta americana, deposito entre tus dedos cuatro canicas metálicas para que uses cómo palabra clave, luego, simplemente espero mientras miro cómo ese miedo que sentiste al principio se va tornando pánico.

Tú no lo sabes, pero obviamente la bolsa ya traía agujeros, agujeros que he agrandado y fijado con un cigarrillo, agujeros que si te calmas te permitirán respirar; parece que no me conocieras, que acabáramos de encontrarnos por primera vez, tu respiración se hace cada vez más rápida dentro de la bolsa, y claro no te percatas de que puedes respirar, las canicas golpean el suelo, y ruedan alejándose de ti, de tu terror infundado y de mi enorme sonrisa.

Antes de que te des cuenta tienes la cabeza descubierta, te miro a lo ojos y sigo sonriendo, menudo susto te he metido... tienes los ojos llorosos, los pezones enhiestos, la excitación y el miedo compiten por ti, te dejo calmar mientras sujeto la bolsa y voy dándole vueltas mostrándote los agujeros; por fin comprendes, y en tus labios aparece una leve sonrisa, sonrisa que se vuelve amplia poco después, cuándo comienzo a pisarte el glande con mis finísimos tacones de aguja, te recuerdo la primera vez que te pisé, cómo desconfiabas de mí, ¿o quizá era de ti, de tu putez.?

Últimamente pienso en si será mejor feminizarte o "sisificarte", obviamente no es lo mismo... ya se verá, al fin y al cabo tú estás para lo que estás, sólo eres vehículo de mi placer, nada más.

Un saludo

Karl H

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