miércoles, 23 de abril de 2014

Me retiro, vuelvo, me retiro, vuelvo...

Me retiro, vuelvo, me retiro, vuelvo...
Dejo a continuación uno de los relatos que he escrito últimamente:

Me retiro, vuelvo, me retiro, vuelvo...

"¿Cómo puede retirarse uno de lo que es su esencia?" - Me preguntas con un mohín en los labios, afirmando después - " Uno es lo que es, y no hay vuelta de hoja"

Te miro a los ojos y veo en ellos esa sonrisa que siempre me llamó la atención. Estás en medio de la habitación de hotel que hemos tomado. Hace tanto tiempo que no nos encontramos juntos y a solas que por un momento pienso si será buena idea volver a usarte usándote, o si no será mejor seguir usándote no usándote, no tomándote, llamándote de cuándo en vez para hacer de tu día a día un paréntesis. Estás nerviosa y excitada, los pezones marcados bajo el jersey de cuello de cisne que llevas puesto. Sabes, esclava, que me gusta hacerte esperar y desesperas vestida aún ante mí.

Hace años, cuándo me pediste retirarte por un tiempo para poder tener un hijo te lo permití, mas no te liberé ni me pediste siquiera la libertad, veintiocho son muchos años; en este tiempo encontraste un hombre adecuado para ti con el que te casaste, has tenido dos críos, el primero lleva mi nombre a pesar de la insistencia de tu marido para ponerle los nombres de vuestros padres y la extrañeza de vuestras respectivas familias. Nunca le ocultaste a tu marido que me perteneces, ni siquiera antes de casarte con él. Recuerdo el día que me lo presentaste, es una buena persona y te adora, y sé que si te uso él verá cada marca que deje en Mi cuerpo y por una parte me importa un bledo, pero por otra me importas demasiado, sé que os va bien, y no sé si al usarte me cargaré una familia feliz en casi todos los sentidos.

Te mueves inquieta mientras pienso...

"¿Cómo se atreve a presentarse vestida así ante su Dueño?" - Te pregunto de sopetón.

"Si me lo permite, me cambiaré, traigo ropa adecuada en el bolso, Amo" - murmuras a la vez que te sonrojas.

Te permito ir al aseo, te doy justo diez minutos para estar de nuevo adecuadamente vestida ante mi; durante esos diez minutos las dudas vuelven, ¿te uso o no te uso?

Cuándo vuelves, una blusa blanca ha reemplazado ese cuello de cisne con el que te presentaste, una minifalda al vaquero que odio en ti, unos tacones de aguja al calzado estrambótico que traías, la ropa interior ha desaparecido, te colocas en postura de espera ante mi, y vuelves a desesperar que te use.

Me muevo a tu alrededor cómo un león... te deseo tu cuerpo ha cambiado, tus pechos ya no muestran esa imposible altivez que tenían cuándo tenías veinte años, están algo caidos; me paro a tu espalda, te subo la falda sobre las nalgas, me retiro dos pasos y te miro el culo, sonrío, se nota que juegas al tenis, que haces ejercicio, que te has dedicado a cuidar Mi cuerpo durante estos años...

Me saco un foulard negro del bolsilo de detras del pantalón, lo doblo cuidadosamente, te ordeno cerrar los ojos, y lo coloco sobre ellos.... me inclino sobre ti

"¿Sigue siendo tan puta?" - Te pregunto acercando mis labios a tu oído.

"Sigo siendo SU puta, Amo" - puntualizas.

¿Usarte o no usarte? Uff, difícil cuestión... Me apetece deshacerme en ti, usarte cómo lo hacía antes, marcar Mi cuerpo por entero y no volver a usarte hasta que la última marca haya desaparecido, pero... pero nada.

Te arranco de un tirón todos los botones de la blusa, te palpo un segundo las tetas, luego las azoto con las manos, de arriba a abajo y de lado a lado, a cada azote respondes con un placentero quejido, cuándo dejo de azotarlas tus pezones están tan enhiestos que parecen querer abandonar la seguridad de tus tetas, los pellizco y retuerzo durante un par de minutos, y cómo antaño reaccionas eyaculando poniéndolo todo perdido de flujo, un flujo que te sale a chorro de la vagina. Sonrío.

Una vez pensé en ponerte de nombre de esclava "masoka" pero tiene demasiadas aes y lo descarté no obstante sigo pensando que eres puro masoquismo.

"¿Hasta dónde está dispuesta a llegar, esclava?" - Te pregunto en un susurro.

"Puede matarme si lo desea, Amo" - me respondes con seguridad en la voz a la vez que pones recta la espalda, echas los hombros hacia atrás y me ofreces las tetas.

Durante un buen rato sigo azotándolas hasta que aparecen los primeros moretones, entonces me detengo, te quito de foulard de los ojos, y te hago mirarme a los míos, sabes que voy a usarte cómo lo hacía antes cuándo vivíamos juntos y teníamos una relación de puro sadomasoquismo, me sonríes con ojos y labios y simplemente te abandonas entre mis manos para gozar y hacerme gozar...

El día va pasando entre azotes más o menos contundentes y otras prácticas más duras que no vienen al caso, cuándo por fin te envío a la ducha vuelves a sonreirme y me das las gracias porque de nuevo he vuelto a usarte usándote. Estás radiante de felicidad, titubeas, luego me pides permiso para hablar, pero te lo niego, sé qué quieres, vaya si lo sé, y tú sabes que lo sé, así que bajas la cabeza y vas a la ducha...

Cuándo sales del aseo de nuevo vas vestida como te presentaste ante mi. te abofeteo y te hago desnudar Mi cuerpo, te sujeto del pelo y te hago arrodillarte, luego te follo la boca, te saco lágrimas y arcadas en número similar, y cuándo piensas que voy a correrme porque te ordeno que tragues, orino dentro de tu pequeña boca, y claro, tú tragas, cómo debe ser. Acto seguido te hago recoger tus cosas, abro la puerta de la habitación y te dejo desnuda enmedio del pasillo.

Sabes que te volveré a llamar, igual que también yo lo sé, me sonríes antes de que cierre la puerta y comience a pensar si no habrá sido un error usarte. Una vez te dije que soy un ser sádico y tremendamente egoísta, hoy cuándo te has abandonado de nuevo entre mis manos lo sabías por experiencia, y no obstante lo has hecho...

Cuándo comienzo a recoger el material que he usado durante la sesión me encuentro con una nota y unas llaves que no son mías, en la nota me das de nuevo las gracias por haberte usado, me dices que no habrá problemas con tu marido porque llevas demasiado tiempo preparándole para este día y que las llaves son de tu casa, por si me apetece usarte a cualquier hora del día o la noche. Sonrío, eres atrevida a pesar de conocerme y sabes que aunque tenga las llaves de tu casa nunca las usaré a no ser que vivas sola y no es el caso. Luego simplemente abandono la habitación y vuelvo a mis cosas, a mi vida, a mis retiros y mis vueltas, a mi ser yo mismo sin más. Y sí, también a las dudas, al fin y al cabo no soy tan egoísta.

Un saludo

Karl H

1 comentario:

Iona de Mesala dijo...

Hola Karl H.
Como siempre un sentimiento escondido dentro del propio sentimiento... es un placer leer esa seguridad, ese convencimiento egoísta, para, a la siguiente frase, leer la duda.
Gracias, siempre me gusta pasarme y aprender.
Un beso.