domingo, 9 de marzo de 2014

Veinticuatro horas

Veinticuatro horas
Dejo a continuación uno de los relatos que he escrito "últimamente"

Llego a casa, te busco y te encuentro en la piscina tumbada en el bordillo, desnuda, sonrío y pienso en lo cabrón que soy a veces, no obstante la sonrisa no me abandona el rostro, y simplemente hago lo que me apetece, me pongo en cuclillas, meto un dedo entre tus labios y te masturbo para decirte "Hola, ¿qué tal?" Al rato andas loca por correrte, y yo loco porque no lo hagas, cuándo veo que no aguantarás más, dejo de masturbarte y me piro a hacer la comida...

Tras la comida, la siesta; vienes a despertarme de esa única manera en que se me puede despertar a mi sin que te mande a freir espárragos o me ponga más violento de lo normal...

¿Violento? ¿Acaso soy violento? Umm, sí, sin duda lo soy, ejercer violencia sobre alguien no es darle un par de ostias, que tambén se las doy, sino impedirle u obligarle a ir contra su voluntad imponiéndole la tuya, sin duda la D/s es violenta, se mire como se mire.

Dejo de pensar, te agarro por la nuca y te clavo aquello que has osado meterte en la boca sin mi consentimiento hasta más allá de la garganta, das dos arcadas y casi inmediatamente las lágrimas hacen puenting desde tus ojazos, y entonces mientras sonrío acepto que te corras, y lo haces, el alivio se ve reflejado en tu rostro... llevas la friolera de catorce días sin poderte correr, tú que a puta no te gana ni santa María Magdalena, lloras y lloras, lloras por los puntazos bestiales que te doy, y también lloras porque lo necesitas, ha sido correrte y echarte a llorar, me miras a los ojos, y te sonrío, luego río a carcajadas, y tú sabes aún sin preguntarme que se me ha ocurrido alguna maldad para hacer en ti, para obtener el placer que me da poderte usar cómo se me antoje...

A las diez de la noche tienes tu orgasmo número veinticinco, odias que pase de un extremo al otro, que sea tan sádico obligándote a correrte, obligándote a eyacular, las piernas no te sujetan, la serenidad de tu rostro se perdió hace tiempo ya, sufres entre mis manos, te sientes cerca y lejos a un tiempo de tu Dueño, tan pronto me quieres como me odias, jajaja, no te aclaras, eh...

La diversión se acaba tras la cena, hoy no me apetece verte vomitar, prefiero encender el portátil y compartir contigo sofá, relax y película on line, echas la cabeza sobre mis piernas y te duermes tras el segundo de los diálogos de una película lenta como una tortuga, te mueves inquieta, es curioso que no puedas dormir conmigo en la cama y sí en el sofá, a veces pienso que ese no dormirte tiene que ver más con esa certeza que tienes de que duermes con un animal salvaje que con el colchón. Cambio la peli aburrida y lenta por algo de música y la lectura de un libro... Hasta que el día termina y empieza un nuevo día con sus respectivas veinticuatro horas, cómo no podía ser de otro modo...

Un saludo

Karl H

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