viernes, 24 de enero de 2014

Tus labios

Tus labios
Os dejo a continuación uno de los relatos que he escrito últimamente, espero que os guste.

Suelto el gato tras azotarte las nalgas mientras oigo tus sollozos, mientras pienso en que te mereces un abrazo, y no, no espero lo que ocurre a continuación.

Sujetas el gato con la mano derecha, te giras, me miras a los ojos, dudas, mi mirada cambia, los labios te tiemblan como te tiembla el cuerpo entero, durante un instante me retas, es sólo un segundo, pero por fin acabas por bajar la mirada, levantar la mano que porta el gato, y colocarlo entre tus dientes, y sujetarlo, y esperar a que te lo reclame para depositarlo con suavidad en la palma de mi mano, y esperas una eternidad, y el gato no es reclamado, es retirado de tu boca, y colocado en tu mano.

Te sorprende mi orden tanto como a mi mismo. Me miras a los ojos, y ves en ellos una sonrisa.

Me giro y espero el azote que te he ordenado darme, pero no llega, así que de nuevo me giro, y te hago mirarme a los ojos, y te pregunto si de nuevo piensas desobedecerme, niegas con la cabeza, y yo de nuevo me giro, y no tengo mucho que esperar cuándo cae el azote, duro, contundente, dado con ira, con auténtica mala leche.

Me giro aún con la sonrisa en los ojos, te doy las gracias, y te abrazo, e intento que te olvides del correctivo que hace un rato te di por desobedecerme, tú lloras desconsoladamente, me pides perdón, me dices que no volverá a ocurrir, luego te serenas, te llevo a la ducha, y te dejo bajo el chorro mientras preparo algo que sé que no te gustará porque odias lo público.

Cuándo sales de la ducha encuentras sobre la cama la ropa que deberás llevar, no dices nada, simplemente comienzas a colocártela, primero el liguero, después las medias y los zapatos de tacón, más tarde la minifalda, por último la blusa; y es al retirar la blusa de encima de la cama cuándo ves la máscara.

Una vez te dije que te sacaría de paseo, que te pondria el collar, y la correa y una máscara veneciana, y también te dije que no olvidarías ese día.

Fuera llueve, el cielo entero se está cayendo sobre la tierra, me miras sólo un instante, después cierras los ojos mientras te coloco la másca veneciana, el collar y la correa, y tiro de ti

Fuera hace frío, las gotas de lluvia van desnudándote, caminas delante de mi, meneando las caderas, marcando cada paso, me gusta verte así, provocadora, sonrío, y luego se me escapa una carcajada, tú tiras de mi, tu necesidad de volver a la privacidad de nuestra casa es cada vez mayor, y justo cuándo doblamos la última esquina antes de entrar en casa te detienes, esperándonos están tus padres, exclamas un "Dios" que casi lo hace presente, no sabes dónde meterte, qué pensar, tiro de ti, les saludo, e intento pasar de largo, pero entonces tu padre me detiene, me pregunta por ti, le digo que estás trabajando, y aunque te tiene ante sus narices, sólo acierta a mirarte las piernas, desde los tobillos hasta las nalgas, me disculpo con él y sigo mi camino.

Cuándo por fin te despojo de la mascara veneciana tiemblas, tus nervios están a flor de piel, miro esos puñeteros labios tuyos que me atraen como imanes y casi puedo sentirlos rozando los míos, te beso en la boca, es un beso largo, profundo, te despojo del resto de la ropa, y busco con ansia tu polla, me miras a los ojos, y balbuceas algo sobre el hecho de que tus padres están fuera, hasta que me bajo la cremallera, y me saco la polla, y te olvidas de todo maricón, y simplemente nos reencontramos, nuestros cuerpos se funden, como se funden nuestras bocas, y entonces el mundo entero pasa a mejor vida...

Un saludito

Karl H

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