lunes, 20 de enero de 2014

Esa cosa llamada sociabilidad

Esa cosa llamada sociabilidad
Yo tengo sólo uno cuántos amigos, unos cuántos conocidos, y otros cuántos "medio-amigos" "medio-conocidos", algunos están en España, a lo largo y ancho de los ocho puntos cardinales, otros repartidos por el mundo. Con estos últimos me relacionaba antes de la crisis por medio de las redes sociales, a algunos de ellos hoy día les supone una factura demasiado cara de pagar ese lujo llamado Internet, así que un buen día fueron desapreciendo sus actividades vía perfil, y empezaron a llegar las postales, esas de toda la vida sin sobre y con sellos, garabateadas en un rato de café a cuarenta grados bajo cero en una cafetería mientras disfruta de la excasa hora en la que el sol sale en aquellas latitudes y me comenta que echa de menos y también de más los 40º que normalmente hace en verano aquí dónde tengo puesto el sombrero estos días.

Ciertamente la manera de socializar ha cambiado tanto que parecería que quién no está en ese 10% de Internet que se ve simplemente no existe, cuándo la realidad es por completo otra, distinta, tan distinta que está muy lejos de ceros y unos, de bytes, megas y teras, de teclados, ratones y tabletas, por mucho que nos empeñemos en usarlos, porque como bien decía anoche una amiga mía que sueña, come y duerme en Zaragoza, a veces le parece irreal el mundo de FetLife, supongo que será porque lo es, es tan irreal cómo cualquier otra red social en la que sólo aparecen las bondades de la vida y las relaciones, cómo si de los mundos de Yupi se tratara, no hay "mierdas" ni malos rollos, sólo cosas buenas, irrealidad para pasar el rato.

Y si bien es cierto que la red social cómo tal sirve para saber qué andan haciendo tus "amigos", no es menos cierto que no sirve para saber algo más importante: cómo están tus "amigos", porque la información se vuelve obsoleta a una velocidad de vértigo y por mucho que intentes seguirlos a todos, en cuanto tienes más de cinco contactos la cosa se hace poco menos que imposible, y entonces ocurre algo, se cambia la calidad en las relaciones por la cantidad de relaciones, y mi perfil, por ejemplo, parece ser un ejemplo del principio de obsolescencia de la información porque por hache o por be no entro o entro poco a decir qué ando haciendo, qué ando pensando, o simplemente porque nada digo, porque no me apetece poner mi intimidad al descubierto, ojo, no digo que sea malo hacerlo, simplemente en este momento de mi vida no me apetece hacerlo .oO(¿acaso no lo hago ya por "aquí"?)

Quizá a estas alturas del texto os preguntéis qué tiene esto que ver con el BDSM. La respuesta es simple, todo y nada a un tiempo:

Todo porque parece que la prisa que hay en redes sociales como FetLife se traslada más tarde a la realidad de a pie de calle, con lo jodido que tiene el tema, puesto que si de algo necesita quién practica BDSM es de paciencia y de ir asentando cada paso del camino, las prisas pues, son casi parte de los tabúes del BDSM, que haberlos haylos,

Nada porque a la postre esa característica obsolescencia que tienen la información en las redes sociales, jamás podrá pasar a pie de calle en cuánto a la información en sí

Y si bien es cierto que existen grupos en FetLife, cómo BDSM para principiantes y otros, la cantidad de información es tal que abruma, que hace casi imposible aprender aprehendiendo de cada hilo, de cada tema expuesto, de cada opinión, la información pues aparece en tal cantidad que más que asentar unas pocas bases, se tiende a generar más dudas que respuestas se dan.

¿Y para qué sirve tanta información? En documentación, cuándo alguien busca un término determinado en un buscador tipo google, los resultados que da el buscador se dividen según la pertinencia o impertinencia con el objeto de la búsqueda. Así, si buscas sobre gatos azotar, todo lo que aparece que tenga que ver con felinos o peces gato serán resultados impertinentes, puesto que nada tienen que ver con gatos, o cómo los llaman los ingleses, floggers, claro que si buscas por el término inglés, te encuentras que medio mundo que tiene un Fotolog es un flogger, aparte de que el flogger es un baile... demasiados significados para una misma palabra que en el mundillo se tiene por cierto que sólo se usa para denominar el gato que se usa para azotar... cachis con las nuevas tecnologías...

Ya, ya sé que me he salido del tema inicial, supongo que hoy ando divagando más de lo normal y de una cosa paso a otra casi sin mediar conjunción, ya sea temática o planetaria, supongo que echo de menos aquél mundo en el que todo era tan fácil, un mundo sin teléfonos móviles, ceros y unos, redes sociales, términos polisémicos y en el que la información se pasaba oralmente casi cómo si de un cuento se tratara, un cuento, qué, cómo me recordaba el otro día mi amiga de Zaragoza, se contaba a la luz de la lumbre; ciertamente, se ha perdido esa oralidad, esa mirada de entendimiento, esa humanidad, ese regalo que era recibir de otro ser humano el conocimiento hecho verbo.

Por hoy lo dejo aquí...

Un saludito

Karl H

No hay comentarios: