miércoles, 6 de noviembre de 2013

Terror emocional

Terror emocional
Os dejo a continuación el último relato que he escrito.

Vienes y me miras, estás tan cachonda que negarte el orgasmo o simplemente negarte el azote se me hace cuesta arriba. Hoy estás realmente puta...

Te desnudas cuándo lo ordeno, y mientras lo haces te mueves como la perversa zorra que eres, me apuntas con los pezones cómo si quisieras acusarme de algo, luego sonríes cuándo te ordeno que traigas la fusta, y como eres provocadora, sólo puedes traerla provocándome, perra, adoptas tu postura favorita, recorres el estrecho camino hacia el lugar en dónde descansa la fusta, la sujetas delicadamente con la boca, vas y vuelves meneando el culo ostensíblemente, arqueando la espalda, ofreciéndome lo que ya es mío, cuándo llegas a mi esperas a que tienda la mano con la palma hacia arriba, esperas para depositar la fusta en mi mano, y claro, como deseas empezar, te hago esperar deliberadamente.

Mientras esperas a cuatro patas voy a por mi especial botiquín, si tú estás puta, yo estoy sádico, cada cual con su especial manera de ser, nos divertimos así, ¿por qué vamos a cambiar? Coloco 20 agujas hipodérmias sobre la mesita que hay delante de ti, luego te miro a los ojos, nunca antes te las he colocado, nunca antes te he hecho sentir el terror emocional que ahora sientes; parece que te haya encogido el cuerpo, tus ojos me devuelven una mirada de súplica, yo sonrío, retiro la fusta de tu boca, te sujeto del pelo y te hago recobrar parte de la verticalidad, de nuevo te hago esperar, de rodillas, las manos a la espalda, como debe ser.

Cuándo de nuevo te miro a los ojos los veo húmedos, sonrío y te estremeces, sabes qué significa esa sonrisa, te preparas, sin saber para qué, llenas los alveolos al máximo y esperas con los ojos cerrados, los labios entreabiertos dejan escapar una súplica: "Amo...", luego callas porque sabes que me gustas así, calladita, tensa, a la espera...

Cuándo descargo el primer fustazo en tu pecho derecho gimes de placer, el segundo te hace echar los hombros hacia atrás erguir la espalda, ponerla recta, ofrecer las tetas, y claro, yo las azoto metódicamente, las voy coloreando hasta que están tan sensibles que el más leve roce te hace gemir de ese otro placer que te provoco al acariciarte con el envés de la mano... Me retiro unos pasos, sujeto el bote de alcohol, una gasa, y voy limpiando los pezones y areolas con cuidado, primero uno, luego el otro, después te doy una orden que de nuevo te hace encogerte: "Abre los ojos, perra"

Ante tus abiertos ojos sostengo una aguja, la retiro de su envoltorio de papel y plástico, la separo con una lentitud pasmosa de su capuchón plástico y te la enseño, quiero que la veas muy bien, que no olvides la sensación, al fin y al cabo...

Sujeto un pezón con dos dedos, tiro de él, y lo atravieso pinchando la areola desde arriba. tú lloras, sujeto una segunda aguja, y vuelvo a mostrártela, y la clavo en el pezón, esta vez desde el lugar contrario de la areola, y entonces me miras, sonríes, y sigues sonriendo mientras voy formando un dibujo con el resto de las agujas, el terror emocional dio paso primero a la estupefacción, luego al entendimiento de que jamás te haré daño, después a la sonrisa que luces ahora, divertida por un lado, intrigada por el otro, feliz.

Cuándo la última aguja está es "su sitio" sujeto la cámara y "enfoto" tus adornadas tetas, tus enhiestos pezones, tu cara sonriente, el charco que se ha formado entre tus rodillas, pienso por un momento en lo que hace la imaginación unida al miedo a lo desconocido, pienso también en que esta será la primera y única vez que podré jugar con tu miedo emocional a las agujas, al fin y al cabo ahora sabes que no duelen, que casi no pinchan, no sabes algo, pero lo descubrirás en breve, cuándo de nuevo te azote las tetas, esta vez con las agujas puestas, después te las sacaré, y seguramente saldrá algo de esa sangre que me hipnotiza, y que me hará volver de nuevo a perforarlas, eso sí, cuándo tus recién estrenados agujeros sanen por completo.

Cuándo termino de poner el último aposito, te hago recobrar la verticalidad completa, y por primera vez desde que mantenemos esta especial relación sadomasoquista, te beso los labios mientras permito que te corras, luego la vida sigue, cómo por otra parte es normal...

Un saludo

Karl H

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff he conectado totalmente con el la sensación, la de terror pues no se fue más allá...
"Si tú estás puta, yo estoy sádico" sencillamente me encanta :)
Ains las primeras veces, son únicas. Pienso que luego lo único que hacemos es intentar volver a la sensación de la primera vez, aunque rara vez se consiga.

Os dejo un beso y un abrazo para cada uno, cuatro en total ;)

Ludmila{Petrus}

Karl H dijo...

Querida Ludmilla{Petrus},

Cómo bien dice, las sensaciones de las primeras veces de cada práctica difícilmente vuelven a sentirse, por eso seguimos erre que erre, yendo un poco más allá algún que otro día, intentando tumbar límites, probar cosas nuevas o no tan nuevas que una vez probamos y dejamos de lado, unas veces se intensifican las sensaciones, y otras estamos más insensibles y no llegamos a ninguna parte; cómo le dije en alguna ocasión, cada día sentimos de distinta manera y queremos cosas distintas, unos días nos apetece cerveza, otros tintorro, y otros gin tonic y charlita en buena compañía; así pues cada día es completa y absolutamente distinto, gracias a Dios.

Me quedo los dos besos y los dos abrazos, que para eso he llegado antes, y le dejo dos y dos, de cada uno, dos besos para usted, y dos abrazos para su Dueño, Petrus

Karl