miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Qué más se puede pedir?

Hoy es el cumpleaños de mi querida niña, para felicitarle el día se me ha ocurrido regalarle algo de lo que este relato podría ser fiel ejemplo, al fin y al cabo, el sexo es sexo ¿o no?

Me despierta la obsesión de tomar MI cuerpo, usarlo, junto a mi duermes relajada, bocabajo, el cuerpo inaccesible a los deseos de su Dueño, te miro un momento, los ojos llenos de legañas, el deseo hambriento de ti, me coloco bien pegado a tu lado, te giro, y simplemente clavo mi bien endurecida polla en una de las vías que más placer me dan, MI coño, MI siempre húmedo coño, me muevo al principio con lentitud, no quiero despertarte, no hasta que el orgasmo haga patente la presencia de quién te toma y te usa porqué goza de ese privilegio.

Un privilegio que tú le has otorgado, perra MÍA...

Pasa el tiempo, y con él el deseo de llegar al final se acrecienta, y con él la dureza con la que poseo MI coño, con la que entro en ti, puta MÍA, perra MÍA, me encanta despertarte así, con el primer orgasmo de la mañana, con el primer orgasmo del día, luego llegarán otros, más tranquilos, menos duros, pero no por ello menos placenteros, eres casi tan viciosa, casi tan puta, como tu Amo vicioso y putero.

Mi orgasmo llena MI coño de ese néctar que te apasiona beber, sentir dentro de ti; me miras a los ojos, la mirada alegre, una sonrisa aparece en todos MIS labios, los de la cara, hermosa y preciosa perra MÍA, y los de la entrepierna; intentas retener el néctar dentro un tiempo más, sentir el proteínico calor dentro de ti, me sonríes mientras dejo caer mi cuerpo sobre MI cuerpo, mientras te siento y me sientes...

“Amo mío” - susurras como una plegaria cuándo comienzo a moverme de nuevo dentro de MI cuerpo, éste cuerpo que una vez decidiste entregarme y que yo tomo y uso cuándo me apetece.

Un buen rato más tarde de nuevo eyaculo, y al hacerlo el néctar sale fuera junto con tu propia eyaculación, manchando las sábanas, llenándote la entrepierna de satisfacción, y el cuerpo, y los labios, todos ellos, y, “oh”, murmuras cuándo salgo de MI cuerpo, y recorro con mis labios el trecho cálido y acogedor que es MI cuerpo, desde MIS labios hasta MIS labios, y con mis labios recojo el néctar mezclado con el flujo, y lo saboreo, y vuelvo de nuevo hacia arriba, y te miro a los ojos, y sonrío, y sabes qué quiero, sabes perfectamente qué desea tu Dueño, así que abres la boca, golosa puta MÍA, y cuándo dejo caer nuestros néctares arqueas la espalda de felicidad, los saboreas, y me miras con una sonrisa pícara, llena de felicidad, y entonces acerco mis labios a los tuyos, y guarreamos durante un rato, tú me pasas los néctares y yo a ti, mientras nos besamos, mientras nos reencontramos, mientras nos recalentamos, a la postre, reparto nuestros fluidos, la mitad para ti, la mitad para mi, y tragamos con placer y complacidos; aunque más que tragarnos, nos comulgamos.

Un rato después compartimos ducha, y desayuno, y día, y volvemos a mirarnos con hambruna mal contenida, y entonces todo vuelve a comenzar, estamos en uno de esos días en el que la D/s brilla por su ausencia, si no fuera porqué te tomo y te uso a mi bola, cómo y cuándo, y cuánto me apetece, perra MÍA...

Mientras cenamos me haces una pregunta, la escucho, y la interiorizo, y tiempo después, un buen día cualquiera, aparezco con un arnés, es para ti, para que si lo deseas puedas sodomizarme, y te miro a los ojos, y me miras a los ojos, y sonríes, pero esa no es la sonrisa de siempre, es bien distinta, es la sonrisa de la dominante que hay en tí; recibes con alegría el regalo, sopesas el momento, me miras de nuevo a los ojos, e intentas dominarme, luego te relajas, me das las gracias por el regalo, por un regalo que no tiene absolutamente nada que ver con el arnés, y sí mucho con la idea de dejarte ser tú por completo, y además, animarte a ello...

Esa noche cuándo nos vamos a la cama tu sonrisa es distinta, la claridad de tu mirada también, no obstante cierro los ojos, y duermo, confío en ti, cómo tú confías en mi, ¿qué más se puede pedir?

Feliz cumpleaños, Ojazos

Un beso tierno

Karl H

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