martes, 3 de septiembre de 2013

La perra

La perra
Os dejo a continuación el último relato que he escrito, espero que os guste.

Llego de currar, entro en casa y te busco con la mirada en el rincón en el que sueles esperarme, en espera, desnuda, el rostro vuelto hacia la pared, desesperada porqué son las tantas, y probablemente el estómago esté quejumbroso desde hace no menos de un par de horas.

Me desnudo y tomo una ducha larga, fría, voy relajándome poco a poco, voy siendo yo fuera del trabajo, sereno, pausado, cuándo salgo de la ducha aún no sé si te usaré, el cansancio me puede...

Entro en la cocina, busco en el frigorífico algo para comer, encuentro las sobras del domingo, las caliento, las vierto en un plato, y me largo al salón, a comer mientras veo esa soporífera televisión que conseguirá llevarme a los brazos de Morfeo.

Cuándo me despierto, te miro, sigues en tu lugar, ni siquiera miro la hora, no es necesario, fuera está oscuro ya, cojo el plato de la mesa, y lo coloco en el suelo, junto a ti, perra, te sujeto del pelo, y llevo MI boca hasta los restos de mi almuerzo, te permito comer, y lo haces con avidez, inclinada sobre el plato, devoras su contenido, luego lo lames cómo una buena perra; entiendo que tu hambre no está calmada cuando osas mirarme a los ojos, así que ideo un plan, un divertido plan, te encadeno, y voy a la cocina; cuándo vuelvo con un plato de leche y te lo pongo delante te quejas, te quejas porqué no te gusta el sabor de la leche, yo simplemente vuelvo al sofá, y me acomodo mientras te miro.

Un par de minutos más tarde comienzas, al principio, a lamer la leche, luego el hambre hace el resto, y la bebes con avidez, yo me limito a sonreír, mientras pienso que de nuevo has tumbado un límite... ¡Lo que hace el hambre!



Sigo sonriendo mientras saco de la bolsa el regalito que te he comprado, mientras te miro, mientras desembalo el consolador de dos puntas, largo como un día sin pan, flexible...

Me acerco a ti mientras continúas lamiendo el plato, lubrico tu culo, e introduzco una de las puntas dentro, lo muevo al principio con suavidad, luego con algo más de brusquedad, me gusta romperte ese vicio que me muestras, me encanta mirarte las caderas, saber que pronto las agarraré mientras me doy placer...

Lubrico mi ano, e introduzco la otra parte del consolador dentro, y simplemente te disfruto mientras disfruto, ¡eres tan placentera perra MÍA!

Me corro y te permito correrte, luego simplemente tiro de la cadena y te hago acompañarme hasta la ducha, te hago lamerme el ano, escamondarme, besármelo, después con malicia meto la pera dentro del tuyo, y lo peto de agua tibia, un rato más tarde ese agua sale expelida, tu cara es un poema, perra, la vergüenza te puede, la humillación es completa, te miro a esos ojos verdes que tienes, y después simplemente te arrastro hasta nuestra habitación, me tumbo sobre la cama, tú te tumbas en el suelo, en el lugar que te di hace ya tiempo...

Duermo, duermes, sueño, sueñas...

De entre mis labios sale una palabra "perra" y tú te mueves en el suelo, el sueño intranquilo, el alma en paz.

Un saludo

Karl H

No hay comentarios: