sábado, 27 de julio de 2013

La cuadra

La cuadra
Se denomina cuadra al conjunto de sumisas que pertenecen al mismo Amo.

Sobre cuadras se ha debatido mucho, hay personas que son partidarias y obviamente también las hay detractoras, para algunos seres sumisos es un límite "compartir" al Dueño del collar que llevan o llevarán, y para otros la sola idea de prohibirle al Dueño que le dé SU collar a quién estime oportuno simplemente no les cabe en la cabeza.

Dicho esto os dejo a continuación un relato que escribí hace tiempo, bastante tiempo, y que está basado en un diario muy concreto, de una esclava muy concreta de mi primera cuadra.

Me despierto, miro a mi alrededor, fuera los pájaros lanzan sus trinos al incipiente amanecer, el día está algo nublado, el viento frío de poniente hace de las suyas, voy a la ducha, me lavo bien, froto hasta el último rincón de SU cuerpo, hago el desayuno, y me dirijo a su habitación, doy con los nudillos en la puerta, no espero respuesta, entro y lo veo ahí, tumbado sobre la cama durmiendo a pierna suelta, me encanta mirarle cuándo duerme, muestra un rostro en paz, una amplia sonrisa ocupa su rostro, diríase que este hombre al que llamo Amo no tiene absolutamente ninguna preocupación, nada que le inquiete el sueño, aunque sé que no es así, pero consigue desconectar y dormir profundamente casi desde el primer instante en que cierra los ojos, acerco SU boca a su cuerpo desnudo, y comienzo a besarlo con suavidad. Él atrapa mis cabellos casi al instante, un segundo después me folla la boca, me saca las lágrimas y las arcadas a pasear, luego me tumba sobre el lecho caliente, y continúa usando éste que es SU cuerpo, no busca mi orgasmo, sólo su satisfacción, cómo ocurre cada vez que me toma, abre los ojos cuándo comienzo a arquear el cuerpo, justo antes de pedirle permiso para correrme, justo antes de darme permiso para hacerlo con sólo una mirada de un verde tan intenso que diríase que no existe en la naturaleza, sólo en su mirada. Me corro, sale de SU cuerpo, porqué sé que es imposible que salga de mi. Pido permiso para retirarme, y vuelvo a la cocina.

A veces pienso que no me desea, que no se corre por eso, que tengo que competir hasta en eso con mis hermanas de cuadra, y otras veces esa duda no me asalta porqué se derrama dentro de mi con una sonrisa en los labios, con esa dureza que emplea que parece otro hombre distinto al que reposa mientras duerme; a veces me pregunto si también usará a mis hermanas de cuadra de la misma manera cuándo van a despertarle por las mañanas, cuándo son ellas las encargadas de hacer el desayuno para todos, las encargadas de despertarle. Sé que no debo tener celos, sé que soy única para Él, y no obstante son demasiados años de educación socializadora, de valores cristianos, de escuchar por activa y pasiva que la pareja la forman dos, no seis, cómo es el caso.

El Ama de cuadra entra en la cocina, me mira a los ojos y me pilla infraganti pensando lo que pienso, es la que lleva más tiempo con Él, la que tiene su collar definitivo desde hace más tiempo, la única que podría pensar lo que yo pienso, no entiendo cómo lo soporta, cómo consigue compartir al hombre del que está enamorada, el hombre al que ama. Su mirada me turba, lee perfectamente mis pensamientos, y cuándo lo hace, hay consecuencias, sujeta un pizarrín, y anota algo, luego exige que sirva el desayuno.

¿Qué habrá anotado? ¿Qué me ocurrirá? Mis hermanas van entrando en el salón, ocupando sus sillas, son mujeres hermosas, todas jóvenes que no tendrían problema alguno en conseguir al hombre que quisieran sólo para ellas ¿qué las hace compartir a un único hombre?, ¿qué las hace sonreír como sonríen despreocupadas?, ¿qué las hace sentir cómo sienten?, ¿y yo me lo pregunto?, ¡menuda estupidez!

El Amo entra en la estancia, y cuándo lo hace absolutamente todas se ponen en pie, todas esperan a que se siente tras saludarlas con un lacónico "buenos días", espero a que me dé permiso para ocupar mi lugar y el permiso no llega, así que continúo de pie mientras mis hermanas desayunan, mientras Él desayuna, la mirada baja, los brazos a la espalda, la postura en espera; terminado el desayuno recibo la orden de recoger, fregar, e ir después al jardín, no entiendo esto último, ni siquiera son las ocho de la mañana, ¿ir al jardín para qué?

Estoy nerviosa, hace frío, y estoy en el jardín, yo sola, nadie más ha aparecido, continúo esperando a que lo haga alguien, me pregunto qué hago aquí, qué hago en el jardín desnuda completamente esperando no sé qué. Y entonces recuerdo la anotación que el Ama de cuadra hizo en su pizarrín, trago saliva, miro el poste que a un lado del jardín me devuelve una realidad bastante dura, me pregunto si estoy preparada para convivir en una cuadra, si realmente mis pensamientos son celos o no son más que dudas; pienso si de mi dependiera que mi Amo tuviera cuadra o no, si lo permitiría, la respuesta es contundente ¿quién soy yo para permitir o no que mi Amo sea feliz? ¿Quién soy yo para anteponer a la palabra Amo un posesivo como es mi? La respuesta está clara, soy nadie.

Al cabo de un rato un enorme rayo de sol comienza a penetrar las nubes, y cae sobre SU cuerpo desnudo, acariciándolo, calentándolo, me aparto del rayo, busco la sombra, y continúo esperando, y entonces cómo si mis pensamientos pudieran ser leídos por cualquiera de los habitantes de la casa, aparecen todos a la par, cada uno viene de un sitio distinto, mis hermanas vestidas con el uniforme de verano, Él, el Amo, Dueño y Señor de todas con unos tejanos y una camisa, nadie me habla, nadie me mira, pasan de largo y siguen su camino, atraviesan el jardín, se montan en el coche, y se marchan, escucho el ruido del motor alejándose, y un tiempo indeterminado después, acercándose de nuevo, no sé ni las horas que han pasado, muchas, ahora el sol inunda el jardín, las piernas me duelen, y también los riñones, tengo la espalda molida, el pensamiento...

¿El pensamiento? ¿Qué ha ocurrido para llegar a dejar de pensar? Tengo la extraña sensación de que hoy ocurrirá algo importante, intento recordar, intento que la brizna de yerba que miro desde hace tanto me dé la respuesta que busco. Escucho el silbido del látigo un segundo antes de que la punta impacte en la parte superior de SU nalga derecha, ni siquiera un grito sale de mi garganta, nada, sin pensamientos, sin voz, sólo espero el segundo azote, y espero, y espero, y espero, y desespero...

La mesa es sacada de la casa por mis hermanas, compuesta para comer, la brisa me trae olor a pollo asado, la boca se me llena de saliva, las vísceras protestan hambrientas, veo de refilón que mis hermanas están desnudas de nuevo, y no sé porqué me siento mejor, hasta que oigo una voz familiar en mi oído, pertenece a una amiga del Amo, sádica ella, cómo Él, a la voz, le sigue una caricia dejada con suavidad a lo largo de la columna, después un azote contundente en la nalga derecha, después sus pasos me dicen que se marcha, que también ella me deja allí, a solas con mis pensamientos.

Las piernas comienzan a temblarme, tengo la boca tan seca cómo lo pueda estar el desierto del Sahara en verano a las cinco de la tarde.

El Ama de cuadra se acerca hasta dónde estoy, y musita unas palabras, "puede parar esto cuándo quiera, pararlo y marcharse, no volver a sufrir ni a tener que pensar en Él nunca más"; tras escuchar aquellas palabras me pellizca la piel de una mano, luego se retira un momento, vuelve con agua, me hace beber, y vuelve por dónde vino, dejándome de nuevo allí plantada.

Había olvidado que hoy es el primer sábado del mes, que hoy es el almuerzo que todos los primeros sábados de mes congrega a los amigos y amigas del Amo; oigo risas, jaleo, hoy podría haber estado actuando libremente si no me hubiera puesto quisquillosa, intento adoptar la mejor postura de espera que sé, no dejarLE en mal lugar ante sus invitados; escucho la voz de su mejor amigo diciéndole si no se está pasando con el correctivo; obviamente no hay respuesta, imagino que lo habrá mirado con esa intensidad verde que me abruma cuándo es a mi a quién mira a los ojos, que me hace SENTIRME SUYA, SER SUYA, no consigo imaginar nada más, todo se vuelve negro de repente.

Vuelvo en mi en su habitación, le veo sentado en una silla a mi lado, me mira con preocupación, y musita una pregunta "¿está usted bien, e?", asiento, se levanta y se va, la oscuridad vuelve...

Vuelvo a abrir los ojos para comprobar que una de mis hermanas está allí, mojando SUS labios con algo dulce, me comenta que el Amo está muy preocupado, que lleva sin beber ni comer desde que me desmayé hace ya dos días, escuchar aquello me hace sonreír y llorar a un tiempo. Realmente le importo. Intento levantarme, pero mi hermana me lo impide, Él ha salido un momento, no se ha despegado de mi lado ni un instante desde que me trajo aquí. Está realmente preocupado, incluso diría que mal. Las palabras de mi hermana me caen en los oídos cómo losas, me siento mal, me siento tan mal por mi proceder, que la aparto, y me levanto, busco al Amo, y me arrodillo ante Él.

Él me sujeta por el cabello, me mira a los ojos con esa intensidad maldita y bendita a un tiempo y sonríe satisfecho, después vuelve a llevarme al jardín, y de nuevo me deja allí plantada, no me importa, si quiere usarme como adorno de jardín por mi está bien, le pertenezco para que haga lo que quiera conmigo, cuándo quiera, y dónde quiera. el cuerpo que SUS piernas llevan de un lado para otro le pertenece, cómo le pertenece el alma que contiene, y ahora también cada uno de los pensamientos.

Permanezco en el jardín una hora escasa, el Ama de cuadra viene a por mi, me agarra del cabello y me hace entrar en la casa a cuatro patas, como la perra que soy, me ordena permanecer en la misma postura con la mirada fija en el Amo en lo que hace o deja de hacer.

A la noche le sigue el día, y al día, la noche, y esto es así desde siempre, y no puede ser de otro modo; como no puede ser de otro modo que me alegre porqué el Amo es feliz usando a mis hermanas mientras me hace mirar y entonces lo entiendo todo, absolutamente todo, entiendo que no soy una más de SU cuadra, entiendo que soy única, cómo lo son mis hermanas, todas somos únicas para Él, al fin y al cabo no hay dos personas iguales, cómo no hay dos esclavas iguales, cada una de nosotras siente de una manera distinta, es de una manera distinta, y ÉL disfruta de los seres y de los sentires, ¿cómo no me di cuenta antes?, ¿cómo no voy a disfrutar sabiéndole feliz? Al fin y al cabo nadie me obligó a ponerme SU collar, nadie me mintió sobre que no sería la única perra de un Amo que necesita sentir por los seis costados, nadie me forzó a sentir de una manera distinta... por vez primera soy consciente de lo que es pertenecer a una cuadra, dejar el egoísmo a un lado me sienta tan bien, que sin saber cómo, Él se ha dado cuenta, y ha venido a por su perra y la ha mirado a los ojos, y la ha abofeteado, y la ha usado como soporte para tomar al Ama de cuadra, y la ha hecho sentir de nuevo distinta, distinta y única.

Un saludo

Karl H

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