jueves, 2 de mayo de 2013

EL PARAJE

EL PARAJE
Este relato va dedicado a todas aquellas personas cuya vergüenza o timidez les impide gozar en público.

La miró de nuevo a los ojos, llevaba tanto tiempo deseando tumbar aquél límite con ella que casi no podía creer que por fin hubiera accedido. Se encontraban en una zona boscosa porco frecuentada, por no decir nada frecuentada, se cercioró de nuevo de que nadie estuviera en las cercanías, luego bajó del coche, lo rodeó, y le abrió la puerta; la notó muchísimo más nerviosa de lo que lo estaba habitualmente, cuándo iba a usarla y no le decía cómo.

Llevaba semanas buscando el lugar idóneo, y por fin creyó encontrarlo, se acercó al maletero, extrajo la maleta dónde solía guardar las cuerdas, después comenzó a caminar sin mediar palabra, sin hacerle un solo gesto. Ella le siguió.

Una hora después se encontraba en aquél paraje que había encontrado casi de casualidad, pisteando un jabalí herido. El lugar en cuestión estaba completamente rodeado de altas paredes por todas partes menos por una la que daba acceso a aquél paraje único formado quizá por el correr del agua durante millones de años.

La desnudó, le colocó el collar, el antifaz, las muñequeras y tobilleras, un par de tapones speedo en los oídos y el bozal de bola, extrajo una pequeña barra de carmín de un bolsillo de la maleta, la abrió y escribió sobre sus pechos cuatro letras mayúsculas en color rojo intenso, dio un paso atrás y leyó en alta voz: PU TA

Acto seguido sacó una cuerda de yute, convenientemente tratada, la sujetó a un árbol cercano, y después a una de las muñequeras de su perra, para acto seguido pasarla también por la tobillera e ir a atarla a otro árbol un poco más distante, quería tenerla levemente inclinada, expuesta; hizo lo mismo con la otra parte de SU cuerpo, después la miró, satisfecho.

Dejó pasar el día con una sonrisa en los labios, sabía que ella estaría esperando que la usara, que la azotara o la penetrara, sabía que su deseo estaría empezando a pasarle factura, y su impaciencia también.

Por fin se acercó a ella, retiró el bozal de SU boca, pasó un dedo por SUS labios, la sujetó de la melena y la hizo “mirarle a los ojos”, luego la besó con dureza, como hacía siempre, mordió SUS labios, SU lengua, retorció SUS pezones, palmeó SUS nalgas, las separó, dio la vuelta y la usó a su manera, con dureza, con tanta dureza que ella acabó por correrse sin permiso previo.

“Disculpe, Amo” – musitó con un leve hilo de voz.

¿Cómo no disculparla? La desató, retiró los tapones, el antifaz, y examinó su gesto.

Abrió la boca de par en par, ante ella estaban casi todos sus amigos del mundillo, cuándo habían llegado no había nadie, cuándo la ató no había nadie, miró a su Amo a los ojos con las lágrimas saltadas, los labios comenzaron a temblarle, la indignación se hizo patente en sus ojos, ¿había tumbado realmente aquél límite de lo público? Un segundo después comenzó a llorar inconsolablemente, Él no había dicho nada de que hubiera público, por otra parte ¿cómo podía llamar “en público” a un lugar tan apartado, tan remoto que más de la mitad de los asistentes a su bautismo público se había perdido y no había llegado aún?

Un buen rato después de comenzar, dejó de llorar, miró a su Dueño a los ojos y le dio las gracias por usarla en público. Un buen rato más tarde volvieron a la casa que compartían; ella escribió en su diario sus impresiones, sus sentimientos y sentires, sus dudas, sus preguntas, sus afirmaciones, entre ellas una llamó la atención de su Dueño, decía así:

“Sintiéndolo mucho no puedo superar aún el límite de lo público, aún no estoy preparada, quizá más adelante, quizá nunca”.

Él no dijo nada, sabía que había límites y límites, le preparó un baño de sales de vainilla, y la dejó en remojo mientras preparaba la cena con una sonrisa en los labios, satisfecho por el comportamiento de ella; al fin y al cabo, lo había intentado, y eso decía mucho de la salud de su relación.

Un saludo

Amo Karl H

2 comentarios:

Unknown dijo...

Nada como uno de tus estimulantes relatos para empezar el día con alegría :D

Karl H dijo...

Querido ene,

¿Empezar el día a las 10 de la mañana? Pues sí que empieza usted a alegrar el día tarde... Se notan las diferencias de edades, me temo.

Gracias por tan alegre y escueto comentario ;)

Un saludo

Karl